¿Qué son los territorios frágiles?

PICT0669Si bien muchas de estas recomendaciones aparecieron de resultas del foro realizado en Panamá, por allá por el año 1991, no parecen haber hecho mella en la conciencia de quienes toman las decisiones políticas, de modo que rescatarlas e insistir una vez más en ellas, me parece más que justificado.

Pero comencemos con algunas definiciones básicas:

¿Es lo mismo un territorio frágil que uno de alto riesgo geológico?

No, y no necesariamente coinciden en el espacio.

Un mapa de riesgo se define con una mirada antropocéntrica, ya que según he explicado muchas veces, incluye el concepto de vulnerabilidad, que no es otra cosa que la confluencia entre el peligro y la presencia humana en la zona.

Es decir que apunta a definir cuál sería el grado de daño a los seres humanos, sus bienes y la infraestructura ante un acontecimiento geológico potencialmente lesivo.

En cambio, el concepto de fragilidad es independiente de la presencia humana. Se trata de evaluar la condición del terreno mismo, en función del clima, la vegetación, y su equilibrio con las condiciones geológicas presentes.

Así por ejemplo, un territorio frágil es el peridesértico que puede moverse hacia una recuperación o una desertización o hasta desertificación. Y es obvio que dada la baja ocupación humana de las zonas peridesérticas, su riesgo es comparativamente bajo.

Pero también un humedal o hasta un bosque pueden encontrarse en un estado de equilibrio metaestable, a veces por la variabilidad climática natural, a veces por la intervención humana, y casi siempre por ambas razones.

¿Por qué se siguen sobre-explotando los territorios frágiles?

Básicamente, y hasta en los casos en que lo es de manera indirecta, la causa principal de la explotación de espacios que deberían preservarse, es el incremento permanente de la población humana.

En los últimos años, y de la mano de las nuevas metodologías que tratan la infertilidad y las enfermedades agudas, el crecimiento demográfico ha comenzado a salirse de los ritmos previamente calculados, al menos en las comunidades desarrolladas y en desarrollo, que son casualmente las que más difícilmente se integran al medio sin una fuerte intervención previa.

Las comunidades más primitivas son más diezmadas por enfermedades teóricamente sencillas de tratar, y por la malnutrición, pero son también las que mejor se integran al ambiente respetando sus características intrínsecas, salvo bajo circunstancias de extrema necesidad, o por desconocimiento de otras alternativas. Esto genera una paradoja, ya que siendo las que menor impacto tienen sobre el medio, son las que más rápidamente sufren las consecuencias de sus alteraciones, porque por lo general habitan los espacios más marginales, y por ende más frágiles.

En resumidas cuentas, las tres causas concurrentes que siguen presionando ecosistemas ya en riesgo, podrían enumerarse como:

  • pobreza
  • ignorancia
  • falla institucional.

Esta última, a su vez, tiene dos aspectos: mala administración del mercado, y concepciones poltíicas que no responden a la realidad del medio natural.

¿Qué correcciones deberían hacerse en las políticas de desarrollo para que éste resultara sostenible?

Por cierto hay numerosas estrategias que apuntan a evitar el continuado deterioro de áreas frágiles, sobre todo aquéllas que incluyen bosques nativos aún resistiendo el avance desenfrenado de la deforestación.

No cabe duda de que lo primero que se requiere es un nuevo enfoque en cuanto a su valoración, lo que comienza en la educación de los pobladores de áreas cercanas, pero desde lo institucional, cabe recomendar los siguientes puntos:

  • corregir la subestimación de áreas frágiles como fuentes de recursos valiosos, aunque no convencionales a veces.
  • incluir el activo ambiental en el marco de las riquezas naturales propias de cada país.
  • reducir drásticamente los desarrollos de infraestructuras que avancen sobre terrenos en equilibrio metaestable, y en ningún caso aprobar intervención alguna, sin la previa Evaluación de Impacto Ambiental debidamente aprobada (y apropiadamente realizada por actores sin intereses económicos en el área).
  • plantear legislaciones que alienten el desarrollo sostenible, tales como incentivos o exenciones impositivas a las actividades de reforestación, manejo conservacionista de suelos, etc. Y por supuesto también fuertes penas (desde multas hasta cárcel) a quienes provoquen intencionalmente incendios, o agredan el medio de maneras comprobables, a través de vertidos ilegales, explotaciones no autorizadas, deforestación indiscrimada, etc.
  • insistir en la educación ambiental, desde los primeros años de la escuela primaria. Sin embargo no debe confundirse educación ambiental com «tirar los papelitos en el cesto», ya que es mucho más que eso, y requiere la formación previa de los propios docentes.

¿Cuál es el manejo recomendable para áreas protegidas y eventualmente parques nacionales?

Según el estado de situación de cada territorio, las estrategias incluyen un amplio abanico, desde la simple declaración de áreas protegidas, en las que solamente se admiten intervenciones y explotaciones de bajo impacto, hasta la generación de parques nacionales, sujetos a restricciones y controles mucho más estrictos.

Cualquiera sea el caso, pero sobre todo para los parques nacionales, los requerimientos mínimos incluyen los siguientes puntos:

  • presencia in situ de personal con el entrenamiento adecuado, como los guardaparques.
  • planificación adecuada para el manejo del área, respaldada por evaluaciones y monitoreos de impacto ambiental.
  • leyes, regulaciones y multas claramente establecidas, y poder de policía para asegurar su cumplimiento.
  • programas permanentes de educación ambiental.
  • facilidades para realizar investigación y divulgación de los resultados del seguimiento de la situación ambiental y sus cambios.

¿Qué formas de explotación racional podrían recomendarse?

En muchos países en desarrollo, ya se han puesto en práctica con excelentes resultados, sistemas de explotación sostenible, a cargo de la población autóctona, a través de microemprendimientos que ejercen menos presión sobre el sistema a proteger, que las explotaciones intensivas por empresas cuyas direcciones están radicadas a cientos o miles de km de distancia.

Ejemplos dignos de mención en zonas de bosques son: recolección de frutos, hierbas aromáticas y medicinales, hongos comestibles, fibras para usos artesanales, etc. Todos ellos se sostienen a largo plazo, ya que no implican la deforestación.

También el turismo ecológico es una alternativa para zonas más áridas, pero requiere en todos los casos muy estrictos controles, y en ningún caso supone alteraciones como construcción de hoteles, restaurantes, etc., en el interior mismo de la zona protegida.

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
P.S.: La foto que ilustra el post es del Gran Cañón del Colorado, en Estados Unidos, territorio por demás frágil, que sin embargo se explota turísticamente con inteligencia y rindiendo ganancias. Hay allí paisajes mucho más grandiosos, pero he seleccionado esta foto para mostrar el ecotono marginal.

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