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El Minotauro y la Geología. Parte 2

Como este post es continuación del de la semana anterior, en caso de que no lo hayan hecho ya, les recomiendo ir a leer la primera parte, antes de internarse en ésta de hoy.
El lunes pasado he contestado las siguientes preguntas:
¿Dónde queda la isla de Creta y cuáles son sus características generales?
¿Qué dice la mitología acerca de esta isla?
A partir de allí, seguimos con las preguntas que faltan.
¿Cuál es el marco geológico de Creta?
La montaña de Ida, en Creta central consiste esencialmente en calizas y dolomitas de paleozoicas a mesozoicas, que se hallan recorridas por numerosas fallas de rumbo dominantemente NW-SE.
Estas rupturas subdividen la pendiente norte del monte en las mesetas de Anogia, Zominthos y Nida, de 900, 1200 y 1400 msnm, respectivamente.
La topografía local implica valles longitudinales que se formaron con anterioridad al levantamiento de la isla que tuvo lugar en el Plioceno. Todos los niveles altitudinales presentan intensos fenómenos de karstificación, proceso que ya les he explicado en otro post.
Permítanme abrir un paréntesis para decirles que si bien el fenómeno kárstico ya fue explicado en forma general, aún les debo la descripción y explicación de cada forma kárstica en particular, que pronto podrán leer en otro post.
Todas las geoformas posibles, resultantes de la karstificación están presentes en la isla, ya que el tipo de rocas calcáreas, y el clima húmedo con temperaturas entre moderadas y frías, debido a la insularidad, son las condiciones adecuadas para esos procesos en los que domina la disolución del material pétreo.
Entre esas formas de disolución, es un rasgo habitual la formación de cavernas subterráneas por las que pueden o no discurrir ríos que se insumen y resurgen en superficie de manera irregular.
Las cavernas normalmente presentan faunas particulares, adaptadas a condiciones muy distintas a las reinantes en superficie, por lo que se las conoce como «faunas trogloditas».
¿Cómo se relaciona la geología cretense con el mito?
Una vez que conocemos la condición kárstica de la isla, ya nada debe sorprendernos la presencia de ese laberinto subterráneo de origen natural, aunque la leyenda lo atribuya a Dédalo, según vimos el lunes pasado. Los rasgos espeleológicos son normalmente laberínticos, y es muy fácil perderse en ellos.
Por otro lado, imaginar un animal fabuloso tampoco es carente de lógica, ya que como dije más arriba, los animales de hábito exclusivamente troglodita (es decir cavernícolas) son muy peculiares y pueden generar toda clase de especulaciones fantásticas, inclusive imaginar un ser medio humano y medio toro, como el Minotauro.
La imaginaria criatura reconoce muchos antecedentes en la mitología griega, que en el fondo es fuertemente antropocéntrica, ya que a menudo imagina seres mitológicos con una mitad humana, como el centauro (mitad caballo, mitad hombre) o la sirena (mitad mujer, mitad pez), antes que combinar dos especies animales entre sí.
En resumen, ni el laberinto, ni el Minotauro mismo dejan de reconocer un anclaje en hechos reales vinculados a la Geología, aunque luego la imaginación se desboque por completo.
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Un abrazo y hasta el próximo lunes, con un post científico. Graciela,
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El Minotauro y la Geología Parte 1

Hoy voy a ocuparme de la relación entre la isla de Creta y su mito más famoso.
Debido a lo jugoso del mito mismo, he decidido narrarlo todo en esta primera parte, dejando los detalles más geológicos para la segunda parte, que subiré el próximo lunes.
Pero empecemos por algunas generalidades
¿Dónde queda la isla de Creta y cuáles son sus características generales?
Comencemos por la toponimia, es decir el nombre y su origen: antiguamente esta isla se conocía como Candía, por derivación del término griego Chandax que a su vez procedía de la deformación del nombre árabe Rabḍ al-Ḫandaq. Sucesivos cambios llevaron a su actual denominación que en griego se escribe Κρήτη y debería pronunciarse Kriti. Su nombre en inglés respeta bastante esa pronunciación, aunque se escribe Crete.
Se encuentra en el este del mar Mediterráneo, dentro del extremo sur del mar Egeo.
Su monte más alto es el Ida, de 2460 msnm, al que deberemos mencionar más adelante, y su río principal es el Mesara.
¿Qué dice la mitología acerca de esta isla?
La historia de los laberintos de Creta y el Minotauro, reúne en realidad varios mitos interesantes, y en su inicio aparecen al menos dos versiones.
Según una vertiente, Zeus se ocultó en el interior del monte Ida, situado en el centro de la isla, luego de haber raptado a Europa con quien tuvo tres hijos, uno de los cuales fue Minos, cuya esposa a su vez dio a luz al Minotauro, el cual fue encerrado en el Laberinto, ya que se alimentaba de carne humana, y por ende no podía vivir en libertad. Se lo alimentaba con humanos condenados por sus acciones. También devoraba a los incautos o ignorantes que se internaban el laberinto por su propia voluntad.
Otra versión atribuye al Minotauro otra filiación, ya que se lo considera un híbrido nacido de la unión del Toro de Creta y Pasifae, la esposa de Minos. Es el mismo animal que en su séptimo trabajo, Heracles (o Hércules como también se lo conoce) debía capturar.
Según esta otra vertiente el toro fue creado por Poseidón, comprometiendo al rey Minos a sacrificarlo en su honor. Minos no cumplió su promesa, ya que el animal era tan magnífico que lo conservó como semental. Esa promesa fallida enfureció a Poseidón, quien hizo que la reina Pasífae se enamorara del animal y con él tuviera al Minotauro que habrían de encerrar luego en el laberinto diseñado por Dédalo (el de ese otro mito de la alas de cera).
Ahora ingresemos en otra historia mítica que se enlaza con la del Minotauro.
Egeo, considerado como el fundador de Atenas y uno de sus grandes héroes, tuvo con su esposa Etra, un hijo llamado Teseo, que sería el protagonista de esta segunda parte de la historia.
El rey Minos declaró la guerra a Atenas, y puso como condición para terminar con ella, que le entregaran catorce jóvenes (7 varones y 7 doncellas) para alimentar al Minotauro. El peligro era doble, porque aun suponiendo que alguno de ellos pudiera vencer al monstruo o escapar de él, no podría encontrar la salida del laberinto, y perecería en él por falta de alimento y bebida.
Teseo, el príncipe ateniense fue el primero en ingresar y desafiar al Minotauro, quien con un primer rugido dio por tierra con el joven, pero éste se recuperó y comenzó una terrible pelea cuerpo a cuerpo con el animal en medio de una total oscuridad. Una condición previa era que los que ingresaran al laberinto lo hicieran desarmados, de modo que según la leyenda Teseo habría arrancado uno de los cuernos de la cabeza del toro, y con él lo habría matado.
Otra versión introduce a otra protagonista de la historia, Ariadna, la hija del rey Minos, quien le habría entregado secretamente a Teseo una espada, pues estaba enamorada de él. Además de esa espada, lo habría provisto de un rollo de cuerda para guiarlo hacia la salida si lograba vencer al monstruo.
No esperen un final feliz para Teseo y Ariadna, puesto que no pudieron concretar su amor, porque la joven fue raptada por Dionisio, con quien tuvo cuatro hijos; mientras que Teseo terminó casándose con Fedra, hermana de Ariadna. Sí, a los griegos siempre les encantaba enredar las historias hasta el límite, ¿verdad?
Hasta aquí llega la historia en Creta, pero no puedo dejar de mencionar el desenlace en Atenas, y ya al final verán por qué.
Cuando Teseo partió hacia Creta, su padre Egeo le pidió que, para conocer el desenlace de su aventura ya desde la distancia, pues no toleraría tanta incertidumbre, desplegara una vela blanca si volvía triunfante. En el caso de perder la vida, la tripulación debía mantener desplegada en la embarcación la vela originalmente negra.
Teseo, angustiado por el rapto de Ariadna, olvidó el código acordado y regresó enarbolando la vela negra. Su padre la vio desde el cabo Sunión, a donde iba todos los días esperando la llegada del joven, y al ver la vela negra sumido en el dolor, se arrojó al mar que desde entonces lleva su nombre.
Y por esa razón no podía menos que contar esta parte de la leyenda.
Para volver a la ciencia, quedan comprometidas para el próximo lunes las respuestas para las siguientes preguntas:
¿Cuál es el marco geológico de Creta?
¿Cómo se relaciona esa geología con el mito?
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Un abrazo y hasta el próximo lunes, con un post científico. Graciela,
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El monte Quimera, otra puerta del Infierno

Ya hace un tiempo les presenté, a través de una entrevista televisiva que me hicieron, los diez sitios que se han dado en llamar «Puertas del Infierno», y les hablé de dos casos particulares también. Hoy nos internaremos en el tercero: el del Monte Quimera.
¿Dónde queda el Monte Quimera?
Este monte, de nombre inspirado en la mitología griega se encuentra en lo que es hoy Turquía, razón por la cual tiene también otro nombre turco. Se trata del Monte Yanartaş, palabra que en idioma turco significa rocas ardientes, ya que lleva siglos en llamas.
Su situación geográfica es próxima al Valle de Olimpo y la ciudad homónima, que se sitúan a su vez a unos 40 km de la ciudad de Antalya, al sudoeste de Turquía, entre el distrito central de Kemer y la ciudad de Beldibi,
¿Qué puede decirse en general de él?
La característica que hoy nos convoca y que hace de él un atractivo turístico es que arde de manera permanente debido a filtraciones desde una reserva subterránea de hidrocarburos gaseosos, de origen tanto biótico como abiótico, como veremos en seguida.
¿Desde cuándo está ardiendo?
Según se calcula, lleva ardiendo unos 2.500 años, ya que el fenómeno fue por primera vez mencionado por el historiador griego Ctesias en el siglo V a.C. Sin embargo, fue recién en el año 1811 que se le dio el nombre de Quimera como reconocimiento al ser mitológico que escupía fuego y fue combatido por Belerofonte.
¿Cuál es su contexto geológico?
El monte Quimera forma parte del Complejo Antalya, que incluye varias zonas de rumbo N–S, comprendiendo un rift del Mesozoico temprano, formación de una cuenca, desarrollo de un margen pasivo, colapso y cierre durante el Eoceno. Con posterioridad, durante el Mesozoico- Cenozoico. se deposita una plataforma carbonática que constituye dos cinturones separados: el de Beydagları al oeste y el de Kemer al este.
En ambos emplazamientos se incluye un basamento paleozoico, al que sobreyace en disconformidad, una secuencia carbonática del Triásico-Paleoceno de unos 5000 m de espesor.
Las secuencias a uno y otro lado de la discontinuidad están separadas por ofiolitas del Mesozoico tardío y unidades tipo melange.
¿A qué se deben las filtraciones de gas y por qué arde la zona?
Se conoce la presencia subterránea de metano, etano y propano que se habrían formado según diferentes mecanismos y en distintas rocas madre.
Los isótopos de etano y propano analizados en la zona sugieren un origen termogénico a partir de una roca con alto contenido orgánico, de posible edad entre paleozoica tardía y mesozoica temprana.
La fuente del metano podría ser resultante de una mezcla entre gases termogénicos y abióticos. La fracción termogénica podría corresponder a las mismas rocas madre que los otros dos gases, mientras que la contribución abiótica implicaría reacciones involucrando olivino y dióxido de carbono disuelto o en minerales como grafito, por ejemplo. Un tercer requisito es la presencia de un catalizador como cromita o magnetita, presentes en rocas ultramáficas como las descriptas en el área.
¿Hay algo más para agregar?
Según la tradición oral, antiguamente los marineros se guiaban por las llamas para orientar su navegación, y se dice también que los viajeros que pasan por el lugar se valen de ellas para calentar agua para sus infusiones, o hasta para preparar sus comidas.
Se cree igualmente, que este fuego habría sido el inspirador de la figura mitológica que describe Homero, y de la cual, el monte tomaría el nombre muchos siglos después,
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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
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La Momia del Cerro Chuscha

Hoy vamos a adentrarnos apenas un poco en una disciplina muy entrelazada con la Geología, la Arqueología, lo que nos permitirá de paso conocer algo del marco regional que nuestra propia disciplina ofrece al hallazgo.
¿De qué hallazgo se trata?
Se trata de la momia de una niña de aproximadamente ocho o nueve años de edad, que fue conocida como «la Reina del Cerro», o también como «La hija del Rey Inga», o la «momia de los Quilmes».
Lo que hoy se conserva está en un estado de acusado deterioro, de resultas de numerosas mudanzas que ocurrieron hasta que fue finalmente considerada como patrimonio del estado, ya que hasta ese momento, y durante prácticamente ocho décadas pasaba de mano en mano como objeto curioso para exhibición o como parte de colecciones privadas.
En breve resumen puede decirse que en algún momento entre 1920 y 1922, un baqueano de nombre Felipe Calpanchay, descubre una tumba precolombina y recurre al minero chileno Juan Fernández Salas, quien aprovechando la experiencia propia de su oficio, utiliza dinamita para acceder al interior del enterramiento, donde encuentran la momia junto con algunos objetos que serían parte del ritual funerario.
La momia permaneció en una finca de Tolombón, hasta su venta, en 1922, a Pedro Mendoza, coleccionista que la trasladó a Cafayate para exhibirla, cobrando entrada a los curiosos.
Pasó luego a pertenecer a Perfecto Bustamante, y a su muerte a Absjorn Pedersen. En 1977, el profesor Amadeo Sirolli publica un trabajo titulado «La Momia de los Quilmes», en donde resume las observaciones que ya había realizado en 1924, en la exhibición del primer propietario, pero no se conoce el paradero de la pieza sino hasta 1985, cuando Asbjorn Pedersen vende la momia a un anticuario, que a su vez la vende al odontólogo Carlos Colombano, en cuyas manos permanece como parte de su museo privado «Chavín de Huántar», ubicado en Martínez.
Llega más tarde a la vidriera de un banco en la calle Florida de la Ciudad de Buenos Aires, donde es identificada como la momia perdida hacia fines de la década del noventa. En el año 2001, la Fundación CEPPA, Centro de Estudios para Políticas Aplicadas, adquiere el cuerpo con los pocos objetos aún conservados y realiza los primeros estudios científicos y trabajos de conservación.
A partir de 2006, la momia del Chuscha vuelve a la provincia de Salta por la donación de Matteo Goretti, y hoy se exhibe en el Museo de Arqueología de Alta Montaña.
¿Dónde se produjo el descubrimiento?
El hallazgo tuvo lugar en una precumbre del cerro Chuscha a 5.175 msnm, dentro del entorno conocido como Nevado del Cajón.
El Nevado del Chuscha o del Cajón se encuentra ubicado sobre el límite meridional de la Provincia de Salta, con coordenadas 26′ 09′ de latitud Sur y 66° 12′ de longitud Oeste, aproximadamente 25 km. al Sudoeste de la localidad de Cafayate.
Este Nevado forma parte del sistema orográfico de la Cordillera Oriental Andina, específicamente en el extremo septentrional de la Serranía del Cajón y tiene una altitud que supera los 5.000 msnm, lo que lo coloca casi 4.000 m por encima del nivel de base del río Santa María que corre por el Valle del Cajón.
¿Que puede decirse de la Geología regional del Valle del Cajón y el Cerro Chuscha?
El Valle del Cajón queda definido entre las Sierras de Quilmes o El Cajón por el este y un conjunto de elevaciones occidentales que comprenden la Sierra de las Cuevas, los cerros Ciro, Laguna Piedrosa, Ciénaga Redonda y Mollar.
Ya que las Sierras de Quilmes se extienden desde el Campo del Arenal en el sur hasta la latitud de Angastaco en la provincia de Salta por el norte, el entorno geológico es en general compartido por esta provincia y la parte norte de Catamarca y. La mayor altura corresponde al cerro Chuscha, que tiene 5.400 m, un poco por debajo de cuya cumbre se produjo el descubrimiento del que hablamos.
Específicamente el Nevado de Chuscha, es un bloque tectónico de basamento cristalino del Precámbrico superior. En 1976 Baldis et al. consideraron que toda la región ameritaba ser definida como una nueva provincia geológica a la que denominaron «Cumbres Calcha social, por favor, mencionen la fuente porque esta página está registrada con IBSN 04-10-1952-01.
Intentos históricos de establecer edades absolutas en Geología.

Hace ya bastante tiempo subí un post en el que hablé sobre el concepto de tiempo geológico, y más tarde hablé de la determinación de edades relativas, y les prometí hablar de las dataciones absolutas.
Hoy voy a entretenerlos un rato contándoles la evolución de esos métodos, desde los más dogmáticos y doctrinarios hasta los más científicos, y dejaré para más adelante los métodos en uso actualmente.
Les recuerdo que mientras que las dataciones relativas sólo intentan establecer un orden de acontecimientos geológicos, las dataciones absolutas intentan asignar valores numéricos, es decir establecer dentro de cierto rango, la edad probable, tanto de la Tierra, como de sus diversos materiales y eventos.
Los intentos para alcanzar esos resultados fueron muy interesantes a lo largo del tiempo, veámoslos.
¿Qué métodos de datación absoluta se fueron intentando a lo largo del tiempo histórico?
Repito que hoy se trata de un post enfocado en los avances históricos, de modo que ninguno ha sobrevivido al tiempo, y ellos son:
- La interpretación del hinduismo, basado sobre creencias religiosas.
- La interpretación cristiana, basada en la lectura bíblica.
- La medición de la tasa de la sedimentación.
- La salinización de los océanos.
- El método de Kelvin.
¿Qué se planteó la filosofía hindú?
En la antigua filosofía hindú, la observación de los permanentes cambios que acontecen en la naturaleza condujo a pensarla en términos de ciclos, relacionados a su vez con los días de la vida de Brahma. Se entendía que cada ciclo- que a su vez se repetirían indefinidamente- tenía la duración de un día en la vida del dios, cuya longitud estimada era de 4.300.000.000 de años (en la nomenclatura actual lo escribiríamos como 4.300 Ma). No había otros fundamentos que la meditación de los sabios, plasmada en sus escritos sagrados, los que estipulaban además, que en el presente ciclo estaríamos transitando aproximadamente el año 2.000.000.000 (o 2.000 Ma). Si lo pensamos un poco, a la luz de la edad que hoy se le asigna al planeta (alrededor de 4.500 Ma), se aproximaba a la realidad mucho más que la siguiente versión, establecida por el cristianismo.
¿Qué se intentó en la religión cristiana?
La religión cristiana no aceptaba otra ciencia que la contenida en la Biblia, o eventualmente en los escritos de sus intérpretes. Por ende, siguiendo al libro del Génesis, según el cual el mundo fue creado por dios en seis días (ya que el séptimo fue su descanso), se consideró por muchos siglos ese espacio de tiempo de modo literal para el desarrollo de todas las características de la Tierra, pero no se especuló nunca sobre cuánto tiempo atrás eso habría tenido lugar.
Posteriormente, se descubrió, en las propias escrituras, un salmo que expresa: «Porque mil años a Tus ojos son como ayer…» Eso abrió la puerta a nuevas interpretaciones según las cuales, un día correspondía a mil años, y por ende la creación habría tardado 6.000 años. Considerando ese lapso, y el calendario por entonces vigente, hacia el año 1600 dC, el Arzobispo de Ussher se pronunció por una antigüedad específica para el planeta. Según sus «investigaciones» el mundo había sido creado en el mes de octubre del año 4004 aC.
¿Cómo se empleó la medida de la tasa de sedimentación?
Debido a que cualquier idea contraria a la religión dominante por entonces en Occidente era considerada herética, y por consiguiente muy peligrosa, dado el poder de la Curia, todo el desarrollo del pensamiento científico se retrasó algunos siglos. No obstante, la razón se fue imponiendo por su propio peso, y comenzaron a surgir intentos de datación con fundamento en observaciones objetivas.
Los primeros audaces que desafiaron todos los riesgos de presentar ideas ajenas a las bíblicas comenzaron a multiplicarse a partir del S. XVII, cuando el intento de explicar las diversas especies fósiles que se iban encontrando, a través de sucesivos actos de creación y destrucción divinas, comenzó a resultar claramente irracional, y los naturalistas llegaron a la conclusión de que la Tierra debía ser mucho más antigua de lo pregonado por Ussher.
No obstante, los primeros intentos de medir esa antigüedad sólo surgieron hacia los siglos XVIII y XIX, a favor de las leyes estratigráficas ya establecidas, y que estimaban las edades relativas de los diversos materiales terrestres.
Cuando quedó claro que la depositación de estratos procedía lentamente para alcanzar un cierto espesor, se pensó en un método muy lógico: si se medía el espesor total de una pila de estratos, y se lo dividía por la tasa de sedimentación, podía obtenerse la edad total del paquete sedimentario.
Se entiende por tasa de sedimentación, el espesor promedio de materiales que se depositan en la unidad de tiempo elegida, en este caso un año.
Si había un espesor de 5 metros, y se calculaba que se depositaba 1 metro por año (tasa de sedimentación) la edad era la resultante de dividir 5 por 1, es decir que la edad del paquete era de 5 años.
Usando la información que podía establecer las edades relativas, el intento implicó un trabajo formidable, ya que se sumaron cientos de mediciones en distintos sitios para ir agrandando cada vez más el volumen de estratos que se sumaban en un apilamiento que pretendía representar toda la historia.
Se sumaron cientos de mediciones, y se estimó la edad de la Tierra en alrededor de al menos 100 Ma. Lejos de la realidad, pero representando un verdadero avance respecto a los pocos miles de años del Arzobispo.
Por supuesto los errores del método eran muy numerosos, veamos algunos:
- Por empezar, no se podía medir en ningún lugar un apilamiento sedimentario que abarcara todo la historia terrestre.
- Las tasas de sedimentación no pueden generalizarse para grandes intervalos de tiempo pues a lo largo de él van cambiando según se modifican numerosos factores intervinientes.
- No se tomaban en cuenta los procesos erosivos que en muchos casos eliminan parte del registro sedimentario.
- Tampoco se estimó la influencia de modificaciones tectónicas.
Por cierto, un paquete limitado, en un sitio determinado, con una tasa de sedimentación bastante confiable, puede llegar a ser asignado con cierta credibilidad a un determinado intervalo de tiempo, pero su aplicación a la edad toda de la Tierra decididamente fue demasiado aventurado.
¿Cómo se aplicó la salinización de los océanos?
Al iniciarse el S. XVIII, se propuso la salinización de los océanos como un posible reloj geológico confiable. En ese momento se estableció una fórmula teórica que debió esperar casi un siglo para su aplicación en la realidad, porque en el momento inicial no se contaba con los datos que debían ingresarse en la expresión matemática.
El razonamiento era similar al del método ya explicado. Asumiendo que el sodio era aportado por los ríos, a una tasa dada por año, la edad de los océanos podría conocerse dividiendo entre sí ambos valores. Cuando se estimaron, muchos años más tarde algunos valores idealmente confiables, se estableció la siguiente fórmula:
edad de los océanos = toneladas de sodio en el océano / toneladas de sodio añadido por año.
Los valores que se introdujeron inicialmente en la ecuación fueron 1,6 por 10 a la dieciséis toneladas de sodio, y 1, 6 por 10 a la octava toneladas de sodio por año.
Esto también arrojó un resultado de 100 Ma, lo que por un tiempo, dada la coincidencia con el resultado de la otra aproximación, se consideró la mejor estimación para la edad de la Tierra.
Pero también había numerosos errores en la medición, entre ellos:
- El sodio que entra cada año a los océanos no necesariamente permanece disuelto en él, ya que una parte importante genera rocas o es incorporado por organismos vivientes.
- Tampoco la tasa es totalmente uniforme a lo largo del tiempo.
- La posición de los océanos ha variado a lo largo de la historia.
- Tampoco los ríos existieron siempre o para siempre.
¿Qué método propuso Lord Kelvin?
Ya en pleno S. XIX, William Thompson, Lord Kelvin, propuso un método basado en conocimientos y mediciones de su área de especialización, es decir, la historia del calor.
Para comprender mejor este tema, les recomiendo leer este post, ya que se relaciona con el calor de la propia Tierra, independientemente del que le llega con la radiación solar.
Con alguna anterioridad a la formulación de esta metodología, se había medido ya en diversos lugares, la ocurrencia de pérdidas de calor desde la superficie terrestre, del orden de las 40 calorías anuales por cm².
Suponiendo una pérdida continuada y homogénea por un lado, y por el otro de la premisa de que la Tierra se habría formado a partir de una masa originalmente fundida, Lord Kelvin propuso con razonamientos semejantes a los ya mencionados en los dos puntos anteriores, una nueva forma de datar la Tierra.
Según él la Tierra tendría al menos 40 Ma.
Por supuesto también esas dataciones cargaban con sus propios inconvenientes:
- No podía probarse la existencia de una Tierra inicialmente fundida, sobre todo a la luz de las teorías cosmogónicas con más consenso en el presente, pero que ya comenzaban a formularse en la época de esta medición.
- No se consideraba el aporte de calor generado internamente en la propia Tierra con posterioridad a su surgimiento como planeta.
- No alcanzaba coincidencia cuantitativa con los otros métodos propuestos.
En suma, sólo fue un valioso intento, que como todos los anteriores subestimó largamente la verdadera antigüedad del planeta, y por ende de sus materiales constituyentes.
¿Cuál fue el mérito de los intentos no religiosos?
Pese a los resultados erróneos que se obtuvieron, los métodos que se alejaron de las interpretaciones religiosas tenían precisamente el mérito de liberar el pensamiento de las estructuras rígidas que le impedían avanzar por caminos lógicos y con métodos científicos.
Por otra parte, condujeron a un importante cambio de escala para la apreciación del tiempo geológico, llevando el rango aceptable, desde unos pocos miles de años a decenas o cientos de millones de años, lo cual es un cambio de paradigma notable, y abrió las puertas a todas las dataciones posteriores, que habrían parecido descabelladas sin ese salto previo.
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