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¿Cuándo y cómo se usan los términos glaciar y glacial?
Debo reconocer que soy una purista del idioma, bastante
hinchapel exigente, razón por la cual me molesta sobremanera el uso erróneo que se hace de esos dos términos, aun entre colegas. Y por eso mismo, con mi mejor voz de Maestra Ciruela, les digo:
-A ver, niños, escriban cien veces la siguiente consigna: «No debo usar los términos glaciar y glacial como si fueran intercambiables».
Y ahora les explico por qué, como siempre, a través de las acostumbradas preguntas y respuestas.
¿Qué es un glaciar?
Esencialmente es un cuerpo de hielo natural y superficial, de grandes dimensiones, que se origina por la acumulación de nieve a lo largo de varios años, y que puede proteger o modelar el paisaje, según cuál sea su dinámica.
Esto que acabo de decirles es apenas un aperitivo, necesario para explicar la terminología, pero la acción del hielo será motivo de varios posts, porque es de una riqueza inmensa, además de ser muy entretenido.
Por allí, en muchos textos se lee que el glaciar es «un río de hielo», lo cual sólo es cierto en determinadas circunstancias, y es por esa razón que prefiero presentarles mi definición propia, un poco más elaborada, pero más cercana a la realidad, que se abre como un extenso abanico cuando de glaciares se trata.
¿Qué significa la palabra glacial?
La palabra glacial se relaciona también con ese cuerpo de hielo que les he descrito más arriba, pero no es un sustantivo, sino un adjetivo. Es decir que no puedo decir «el glacial avanza», porque ese término no designa a un objeto, sino que lo califica, y por ende falta el sujeto capaz de avanzar.
Sí podría decir, entonces «el frío glacial avanza», porque en este caso es el frío el sujeto de la oración, y la palabra glacial describe a ese sujeto en avance.
Así, pues, puede decirse «glaciar alpino» y no «glacial alpino». Puede decirse «dinámica glacial», pero no «dinámica glaciar».
¿Entienden la diferencia? Es sencilla, por más que muchos geólogos se niegan a verla, y hasta en apuntes didácticos embadurnen el idioma, que sin su dudoso «aporte» es bastante claro y específico.
¿Pueden usarse los dos términos de manera indistinta?
Ya lo he dicho varias veces: NO, NO y NO. Pero lo repetiré una vez más.
Glaciar es sustantivo, mientras que glacial es adjetivo, y por ende cada uno debe usarse en la situación correcta, y ejerciendo la función exacta que le cabe.
Además, puedo poner a disposición de ustedes un tercer término que es también adjetivo, y que puede por lo tanto reemplazar a la palabra glacial, aunque no a glaciar.
Ese término es glaciario y ya está incorporado a los códigos geomorfológicos. Cuando no quieran repetir tanto los mismos vocablos, vale usar glacial y glaciario de manera indistinta, pero NUNCA para referirse al cuerpo de hielo, sino a sus cualidades y aspectos relacionados a él.
¿Cuánto de grave es intercambiar los términos?
Afortunadamente no se trata de los errores semánticos en los que el mal empleo de una palabra remite a conceptos totalmente divorciados entre sí, como sería por ejemplo el caso no geológico en que se confunden los términos apóstrofe y apóstrofo, que mucha gente usa como si significaran lo mismo, cuando nada hay más lejos de la realidad que eso.
Y ya que estamos, y como una yapita, se los explico también:
Apóstrofe es una figura literaria en la cual se habla en segunda persona, como dirigiéndose a un interlocutor más o menos imaginario.
Como cuando dice uno, por ejemplo.
-¡Maldito trilobite!, ¿por qué tenías que aparecer en este estrato, complicando todo el modelo que me venía armando?
Allí es claro que se trata de una figura literaria, ya que ni le hablo al fósil ni espero su respuesta, sólo lo estoy apostrofando.
En cambio, el apóstrofo es un signo de puntuación en forma de comilla simple de cierre (‘) que indica apócopes o letras faltantes, como cuando se escribe, simulando un hablar muy coloquial:
– ‘ta bueno, me voy pa’l monte.
Ahora, dejando esta digresión semántica, volvamos a lo geomorfológico.
En el caso de confundir glaciar y glacial, no nos estaremos yendo a las antípodas como en el ejemplo anterior, pero sí estaremos demostrando un cierto grado de incultura, que no mejora en ningún caso nuestra imagen profesional, ¿no creen?
Bueno, ya saben que estaremos volviendo sobre los glaciares y sus fenómenos asociados, más de una vez, por hoy alcanza con este bocadillo.
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La foto que ilustra el post me llegó en una cadena de mails, ignoro el autor.
Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
¿Es lo mismo variabilidad climática que cambio climático?
El tema del Cambio Climático Global se presta a mucha confusión porque todo el mundo se siente autorizado a hablar de él, aunque no tenga la menor idea sobre el punto.
Y así cada vez que hay una tormenta fuerte, o un día cálido en invierno, o un verano más seco que lo habitual, todos se rasgan las vestiduras, afirmando que estamos ante el tan temido cambio climático planetario.
Es hora de empezar a separar la paja del trigo. Pero les aclaro que para hablar con cierto fundamento, necesitaremos ir introduciendo lentamente muuuuchos conceptos, y habrá, por ende, una multitud de posts relativos al tema.
Y como por algún lado hay que empezar, hoy lo haremos, distinguiendo entre dos expresiones que suelen usarse como sinónimos, sin serlo ni remotamente.
Pero, repito, antes de creernos expertos, tendremos que juntarnos muchas veces, para ir incorporando una multitud de conceptos sobre los cuales, lamentablemente alguna prensa no especializada, y a veces hasta tendenciosa, nos desinforma a diario.
¿Qué se entiende por tiempo meteorológico?
Se trata de una situación definida, es decir, un estado particular de los múltiples factores que definen las condiciones atmosféricas, y por lo tanto sólo puede caracterizar un lugar reducido, y varía según transcurren las horas.
Se puede designar también como tiempo atmosférico o estado del tiempo, pero nunca es sinónimo de clima.
Entre los múltiples factores que constituyen el estado del tiempo, se destacans: la temperatura, la humedad, ya sea absoluta o relativa, las precipitaciones o su ausencia, las condiciones del viento y la circulación atmosférica en general, la presión atmosférica, la nubosidad, la heliofanía, la tensión de vapor, etc.
Ya hemos avanzado algo sobre los conceptos de calor y temperatura en otros posts, pero sobre todos los demás componentes del estado atmosférico iremos hablando también a lo largo de muchos encuentros más.
Entonces, pues, las conversaciones en el ascensor, no deberían empezar con «¿Vio qué cambiante que está el clima?» sino con «¿Vio qué cambiante que está el tiempo?» Porque es a eso a lo que aludimos cuando hablamos de la temperatura reinante, o del viento en un día cualquiera, y en el sitio en que estamos en ese momento.
Esto nos obliga a responder la siguiente pregunta.
¿Qué se entiende por clima?
El clima es una conceptualización lograda a partir de numerosas observaciones y mediciones relativas al tiempo meteorológico a lo largo de muchos años en lugares determinados, cuya extensión areal varía según la escala de análisis elegida. Así podemos referirnos a mega, macro, meso o microclima, según sea el caso.
Si nuestras estadísticas son un promedio de todas las mediciones en todo el planeta, hablaremos de una megaescala, en un clima global. Como tal, su significado es bastante poco preciso, ya que se puede hablar de un clima planetario frío, cuando en realidad habrá zonas también templadas y hasta cálidas, aunque tan reducidas como para que su peso en el promedio sea despreciable o casi.
Por el otro extremo, el microclima puede ser la condición que las estadísticas de varios años definen como dominante para algo tan pequeño como mi propia oficina, llegado el caso.
¿Qué es el cambio climático?
Para definirlo, primero se debe contar con las estadísticas que definen el clima, sea en el planeta todo, o en una región limitada. A partir de esas estadísticas, si por un tiempo del orden de la media centuria, como mínimo, se observa una variación continuada y consistente, de todos o la mayoría de los parámetros considerados, ya sea hacia valores más altos o más bajos, sólo entonces puede empezar a pensarse que hay un cambio climático en curso.
Los cambios pueden ser, repito, a escala global o regional, y también implicar escalas temporales muy variables, pero sobre todo si se trata de un verdadero cambio climático, estará implícito el no retorno a las condiciones promedio de la atmósfera, por lo menos por unas cuantas décadas.
Esto lleva a la conclusión lógica de que registros de menor duración no son suficientes para establecer ninguna tendencia de cambio o no cambio. Detalle no menor, si pensamos en que la prensa compara a veces los tres o cuatro últimos veranos entre sí y emite opinión no fundada con total desparpajo.
Y ahora, un punto muy importante, sobre el que volveremos muchas veces: los cambios climáticos son debidos a causas naturales, y existieron a lo largo de toda la historia planetaria conocida. Lo que puede hacer el hombre no es más que acelerarlos o desacelerarlos en grado mínimo. Pero no les pido que me lo crean si no quieren por ahora. Ya vendrán muchos posts con todos los argumentos del caso. Esperen un poquito más.
Convengamos no obstante, que la utilización política del término ha dado sus propias definiciones, no necesariamente científicas, como es el caso de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, para la cual la expresión «cambio climático» alude exclusivamente a aquella mínima porción del cambio que es atribuible a causas humanas. Concepción errónea para la mirada científica.
¿Qué es la variabilidad climática?
La variabilidad climática es una medida del rango en que las condiciones y los elementos del clima cambian de un año a otro. Esa variabilidad puede ser alta o baja, pero nunca está ausente.
Si quieren entender mejor el tema, vean la curva que tomé prestada para ilustrar el post. Verán ustedes que se trata de un trazado muy irregular lleno de quiebres con puntos máximos y mínimos pero dentro de un intervalo dado, en este caso de temperaturas, que cambian de año en año entre 1921 y 2002. Cada punto de la curva quebrada es el promedio de temperatura anual, y a partir del análisis de la tendencia, se ha construido la recta que queda más o menos central.
La variabilidad climática es el espacio comprendido entre el pico más alto y el más bajo de la curva, a uno y otro lado de la recta central. A lo largo de ese segmento, se pueden distinguir años frescos- por debajo de la línea recta- y años cálidos -por encima de ella.
No obstante, todos los años analizados sólo están indicando una variabilidad.
Para indicar un cambio climático, todo el gráfico debería correrse, por ejemplo quebrándose en algún punto, para iniciar una nueva recta dos o tres grados más arriba o más abajo. Pero además, no debería afectar solamente a la temperatura sino a otros parámetros también, ya que el clima se entiende como un sistema, y complejo, para más datos.
¿Qué son las fluctuaciones climáticas?
Cada cambio menor, dentro del rango de la variabilidad definida, es lo que se entiende como fluctuación climática. Volviendo a la curva, cada punto de pasaje hacia arriba o hacia abajo de la línea central, define una fluctuación, la cual puede ser más o menos aguda, y más o menos durable en el tiempo.
Las fluctuaciones entonces, se refieren en definitiva a períodos de varios años que pueden ser secos o húmedos, fríos o calientes, por mencionar sólo la afectación de temperatura y humedad.
Existen fluctuaciones cortas (de meses, estaciones y años), episódicas (de décadas), seculares (de siglos) o milenarias si comprenden miles de años.
¿Por qué es tan importante distinguir entre uno y otra?
Porque en cada caso, los procesos geológicos exógenos, en todos los cuales el clima es un factor importante, se ven afectados de manera diferente, y dejan registros cuya significación debe poder interpretarse teniendo presente tanto la variabilidad como el cambio climático y por supuesto también las fluctuaciones. Por eso, por ejemplo, no debe pensarse que todo signo de una paleocorriente de agua en una región desértica es señal de cambio climático, sino que bien puede tratarse de una fluctuación, dentro de la variabilidad climática normal.
Cuando estos conceptos no están claros, es mucha la tentación- a la que a veces hasta geólogos con alguna experiencia sucumben- de marcar un cambio climático en cada rasgo observable en el paisaje cuando dicho rasgo no coincide exactamente con un modelo conceptual estereotipado y demasiado carente de matices.
Como último aporte permítanme hacer una comparación con un ejemplo sencillo como para que vean más claro lo que les quiero señalar.
Si en el medio del mes de marzo (nuestro otoño) hay un día de 8 grados centígrados en Córdoba, estaremos ante una situación anormal (salvando las distancias, equivalente a una fluctuación climática), pero no significa eso que haya cambiado la estación y estemos en invierno (equiparable a un cambio climático). Y por otra parte, esa temperatura está dentro del rango esperable en algún momento del año cordobés (asimilable a la variabilidad climática). ¿Lo entendieron mejor, o les compliqué más la vida todavía?
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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
P.S.: La imagen que ilustra el post la he tomado de la página del Observatorio de Cambio Climático de Yucatán.
¿Cuáles son las diferencias geológicas y geomorfológicas entre un océano y un mar?
Este post me fue sugerido con muy buen criterio por Sabrina Rouzaut, becaria y aspirante a adscripta en la Cátedra, compañera de tareas cotidianas y autora principal o coautora en varias publicaciones compartidas.
Es verdad que en el hablar corriente estos términos se usan como sinónimos, pese a que la Geología les confiere diferentes aplicaciones, y por eso es bueno hacer las aclaraciones del caso. Por supuesto, muchos puntos sólo serán mencionados de pasadita aquí, porque merecen post propio, y lo tendrán en su momento, lo prometo.
¿Pueden usarse los términos mar y océano como sinónimos?
Aquí la respuesta puede ser algo ambigua, puesto que dependerá del contexto en que se utilice la terminología. Así pues, los geólogos y geomorfólogos insistimos en que no deben confundirse uno y otro vocablo, pero los geógrafos tienden a regirse por otras reglas más jurídicas, políticas y jurisdiccionales que nosotros, y no hacen las mismas distinciones. Los poetas y literatos, por su parte, en su negativa a repetir términos en los mismos párrafos, intercambian las palabras mar y océano sin ningún problema.
Y el caso más notable, tal vez, es el de la Organización Hidrográfica Internacional (IHO-OHI), que en su publicación «Limits of oceans and seas» (Límites de océanos y mares) (3ª edición de 1953), no distingue entre océanos y mares, sino que los enumera juntos, asignándoles números correlativos, llegando hasta 66 cuando no se cuentan las subdivisiones en que se les agrega una letra. De contarse esas divisiones, el total asciende a 73.
¿Cuáles son las características geológicas y geomorfológicas requeridas para que un espejo de agua se considere océano?
Si bien en el imaginario popular, la única diferencia reside en la mayor o menor extensión de sus superficies, los mares y los océanos difieren también en otras características.
Efectivamente, los océanos, para «recibirse» de tales, deben cumplir con todos y cada uno de los siguientes requisitos:
- La topografía de sus fondos rocosos tiene una configuración característica que se conoce como «relieve oceánico», y que se repite en todos ellos de manera bastante similar.
- Todos se encuentran ampliamente conectados entre sí a través de diversos pasos, por lo cual su dinámica es interdependiente.
- Bañan las costas de más de un continente.
- Tienen una circulación bien definida del agua que contienen, pudiendo reconocerse corrientes marinas con nombre propio.
- Deben existir en ellos algunos puntos al menos, con profundidades que excedan los 5000 metros.
Como ven, no cualquier extensión de agua salada es un océano, ya que todos los requisitos enunciados más arriba deben ser cumplimentados sin excepción.
¿Cómo es la topografía del fondo oceánico?
Este tema será motivo de otro post porque es muy interesante y rico en consecuencias geológicas que vamos a ir conociendo a su tiempo, pero puedo adelantarles que en un océano de verdad, hay fosas, cordilleras submarinas y llanuras abisales, todas respondiendo a configuraciones para nada caprichosas, ya van a ver.
¿Cuántos son entonces los océanos en sentido estricto?
Se pueden contar cuatro: Atlántico, Pacífico, Índico y Ártico, pero en muchas publicaciones se refiere la existencia de seis, porque dividen a los océanos Atlántico y Pacífico en dos cada uno, a los que llaman Norte y Sur. (Atlántico Norte, Atlántico Sur, Pacífico Norte, Pacífico Sur).
¿Existen distintos tipos de mares?
Sí, desde luego, hay muchas clasificaciones, y todas lo bastante jugosas como para que constituyan otro post dentro de muy poquito.
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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
P.S.: La imagen que ilustra el post es de unas paradisíacas vacaciones en el Mar Caribe. (Colombia)
¿Qué son los acuíferos?
Estoy segura de que cualquiera de ustedes, haya o no estudiado Geología alguna vez, ha escuchado este término muy a menudo.
Y también estoy segura de que todos saben que estamos por referirnos a las aguas subterráneas.
Pero como pasa casi siempre en este tema, hay mucho más implícito en el término de lo que se suele evocar en primera instancia. Y de eso vamos a hablar.
Comienzo por recordarles que ya hemos visto un ciclo del agua bastante más completo de lo que se suele leer en el colegio; y más adelante nos referimos a las rocas que por ser porosas y permeables permiten la filtración de aguas que se acumulan a diferentes profundidades, en lo que dimos en llamar acuíferos.
Ahora seamos un poco más exquisitos y desmenucemos los conceptos relacionados con esa palabreja.
¿Cuál es la etimología de acuífero?
El término procede de la unión de dos vocablos latinos: aqua= agua y feros= llevar, trasladar, transportar o portar. Es decir que se usa para referirse a algún elemento, en este caso rocas, que pueden trasladar el agua.
Recuerden entonces que el agua subterránea sólo en muy escasas situaciones se mueve subsuperficialmente como un río.
Por el contrario, el caso común es que esté saturando los espacios porosos de los materiales litológicos en que se encuentra. Al moverse, en esas circunstancias, el agua lo hace gota a gota, pasando de un poro a otro, siempre que ellos estén conectados entre sí es decir si hay permeabilidad.
¿La palabra acuífero tiene más de un significado?
Sí, como pasa muchas veces en Geología, para la palabra acuífero hay un sentido estricto y otro amplio o extendido. Ahora distinguiremos entre ambos.
¿Cuál es su sentido estricto?
El empleo más específico de la palabra acuífero, es para designar a aquel tipo de material geológico que permite el paso del agua.
Es decir que se usa para caracterizar un tipo de roca, y por ello forma parte de una clasificación de las mismas, según cómo se comportan ante el avance del agua.
¿Cómo se clasifican los materiales de la corteza terrestre según su capacidad de conducción del agua?
Según la combinación de su porosidad y permeabilidad, los materiales podrán o no ser atravesados por el agua, lo cual permite dividirlos en:
- Acuíferos: son sedimentos, capaces de conducir el agua, pues poseen los requisitos de porosidad y permeabilidad. En otras palabras, el agua puede atravesarlos sin oposición.
- Acuícludos: son materiales porosos, pero no permeables, que por esa razón retienen el agua, ocluyéndola en espacios de los que no puede salir, ni, por ende extraerse. Pueden ser no solamente sedimentos sino también rocas, como por ejemplo los basaltos con espacios huecos debidos al escape de gases. El problema es que los espacios están aislados entre sí, y por eso el agua se estanca en ellos, pero no circula.
- Acuífugos: son cuerpos que no permiten la penetración del agua por carecer de porosidad y permeabilidad, y que favorecen en cambio el escurrimiento.
- Acuitardos: son materiales con porosidad y permeabilidad, que en principio permiten el pasaje del agua, pero que por rasgos secundarios, como relleno de parte de los poros con material más fino, etc, disminuyen la velocidad del flujo.
¿Cuál es el sentido extendido de la palabra acuífero?
Éste es precisamente el que más escuchamos en la vida corriente, cuando los informativos por ejemplo, nos preocupan advirtiendo que se están contaminando los acuíferos, o que han subido algunos o bajado otros.
En este caso, no estamos hablando de un tipo particular de material geológico, sino de un reservorio subterráneo de agua, en el que un material de tipo acuífero es parte fundamental, pero no única ni suficiente.
En efecto, un acuífero (stricto sensu) puede ser atravesado por el agua, pero eso no presta ninguna utilidad a los habitantes de una zona, si no se da otro requisito concurrente.
Digamos que sería como un pueblo sin parada de colectivo, uno podría verlo pasar pero al no detenerse, no serviría de nada, ya que nadie subiría ni bajaría en el lugar. El colectivo tiene que parar para que sea accesible.
Y lo mismo pasa con el agua, para que se genere un reservorio, el acuífero (s.s.) debe estar en contacto con otros materiales que no permiten la circulación.
En ese caso, se denomina acuífero (sentido amplio) al sistema constituido por el material acuífero propiamente dicho, y el acuícludo que impide que el agua siga circulando. Es a partir de ese sistema que puede explotarse el agua subterránea, que de lo contrario pasaría de largo dejándonos muertos de sed en el camino.
Algo así como si nos sirvieran agua en un colador.
¿Existen distintos tipos de acuíferos?
Sí claro, pero no sean tan inocentes como para pensar que se pueden explicar en dos palabras y aquí. Esta pregunta es un anzuelo que les tiro para que se enganchen con algún post que subiré un lunes cualquiera, así que manténgase alertas, no se les vaya a pasar el agua…
Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
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P.S.: La imagen que ilustra el post vino en una cadena de mails, no conozco al autor.
¿Es lo mismo alud que avalancha? Parte 2.
Este post es la continuación del de la semana pasada, de modo que les sugiero que antes de leerlo, vean la Parte 1, en la que se han respondido las preguntas:
¿Es lo mismo alud que avalancha?
¿De dónde surge cada término?
¿Qué es y cuándo y dónde se produce un alud?
¿Cómo es un alud?
Y ahora, las preguntas que quedaron pendientes:
¿Existe más de un tipo de alud?
Sí, por supuesto. Para contestarles simplemente NO, no les plantearía la pregunta, ¿no les parece?
Existen, como en todas las clasificaciones, diferentes criterios para generar las divisiones. Yo elijo uno que me parece bastante sencillo, y que incluye tres clases:
Alud de nieve fresca, a veces también conocido como alud superficial, ya que en general no afecta al sustrato rocoso. Simplemente se debe a que la acumulación de nieve es tal que su peso supera el que la pendiente puede sostener en equilibrio, y que según la intensidad de la pendiente varía. Pese a esa variabilidad, es común que el equilibrio se rompa cuando la acumulación de nieve ronda los 25 cm de espesor. Generalmente esto sucede después de fuertes nevadas, y puede alcanzar una velocidad de 100 a 300 km/h.
Alud de placa o de fondo, es el más frecuente, e involucra a un volumen de nieve ya compacta que puede datar de numerosas temporadas, pero alcanza su límite de equilibrio, o sufre uno de los efectos disparadores que les mencioné en el post anterior. Este tipo de alud es el que suele dejar una cicatriz de fractura bien visible.
Alud de nieve húmeda es el que ocurre a favor de una superficie de deslizamiento en la que interviene el agua, principalmente de fusión. Suele producirse estacionalmente cuando suben las temperaturas, y se deslizan con velocidades de 20 a 60 km/h.
¿Cómo es una avalancha?
Esta pregunta es mucho más difícil de responder ya que en realidad, el término avalancha es demasiado genérico, y hace referencia a prácticamente todos los fenómenos de remoción en masa, con exclusión de los nivales, a los que ya elegimos denominar aludes.
Si ustedes visitan el post en que les presenté por primera vez los fennómenos de remoción en masa, verán allí un cuadro en que están mencionadas todas las posibles avalanchas, y que les recomiendo analizar un poco.
Como son tantas las posibilidades, no puedo explicarlas todas ahora y aquí, de modo que les prometo sucesivos posts para cada una a lo largo de tiempo.
¿Cuándo y dónde se produce una avalancha?
En general todos los fenómenos de remoción en masa ocurren en pendientes inestables, aun cuando no sean de gran altura, y los motivos que los causan son semejantes a los que les expliqué para los aludes.
Vale decir que allí donde la acumulación de materiales, o la saturación con agua, o una vibración ocasional rompan el equilibrio, determinando que la resistencia interna y cohesión de los materiales se vea superada por la fuerza ejercida por la gravedad, los materiales abandonan el reposo y se desplazan ladera abajo.
¿Existe más de un tipo de avalancha?
En el hablar corriente, suele hablarse de avalanchas de tierras por un lado, y de avalanchas de rocas por el otro.
Cuando traducimos eso al código de la ciencia geológica, en cambio, (y vuelvo a remitirlos al cuadro que les he linkeado más arriba), llamaremos a todas, movimientos de remoción en masa, y a las de tierras, las llamaremos genéricamente «en pendientes no rocosas», y a las de rocas, obviamente las llamaremos «remoción en masa en pendientes rocosas».
De cada una habrá muchos casos, que conoceremos lentamente, como ya les advertí más arriba.
¿A qué se debe la confusión entre los términos alud y avalancha?
Básicamente se debe a la fuente que se haya traducido.
Si se traduce desde el francés, avalancha es un término abarcativo para ambas situaciones, pero en inglés, el término se reserva para los deslizamientos de nieve, ya que los otros se conocen como landslides, o rockslides. Y allí es donde se cruzaron los términos, ya que para nosotros, en un sentido estricto y muy preciso, el alud es el que se relaciona con la nieve.
Pero sucede demasiadas veces, lamentablemente, que se traduce de la manera más cómoda por similitud con el idioma de origen, en lugar de buscar la palabra más exacta en el idioma de destino.
O sea, avalanche (en inglés) se parece más a avalancha que a alud, y entonces, los traductores históricos tomaron el camino más corto, asimilando el término a avalancha, sin percatarse de que el fenómeno que los ingleses describen como avalanche tiene un equivalente mucho más correcto en castellano, que es precisamente alud.
¿Sería recomendable desterrar el uso intercambiable de estos términos? ¿Por qué?
Sí, al menos en mi modesta opinión.
En efecto, el término avalancha ya requiere demasiadas aclaraciones cuando sólo se refiere a materiales sólidos, sean secos o saturados de agua, puesto que abarca cosas tan dispares como deslizamientos planos y rotacionales, corrientes de barro, o desprendimientos de rocas, entre otros.
Pero si además hay que sumar todas las aclaraciones relativas a los distintos aludes posibles, la confusión se hace infinita.
Por eso, reservar alud para los fenómenos que implican nieve y avalancha para los demás, es un paso adelante para desenredar semejante madeja. ¿No les parece?
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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
P.S.: La imagen que ilustra el post procede de un artículo en Avalancha News.