Estudiar Geología, ¿sí o no?
Hoy voy a escribir un post un poco diferente a los mayormente científicos, que están acostumbrados a leer los días lunes.
Y esto se debe a que estas reflexiones se imponen, después de leer y contestar centenares de comentarios con preguntas cómo:
- ¿Podré estudiar Geología y trabajar al mismo tiempo?
- ¿Podré tener una familia feliz si como geólogo estoy mucho tiempo viajando solo?
- ¿Encontraré trabajo en seguida si me recibo dentro de 6, 7 u 8 años?
- ¿Me bancaré el esfuerzo físico de las campañas prolongadas?
- ¿Me resultará demasiado difícil estudiar física, o química o matemáticas?
- etc., etc., etc…
Si ustedes quieren que yo ejerza de adivina, o pretenden que les lea el futuro en la borra del café o algo por el estilo, están leyendo el blog equivocado. Porque más les valdría ir a leer las elucubraciones absurdas de la «tarotista» Mikartita Sabeuntoko, personaje ficticio y humorístico que inventé como diversión en mi otro blog «¿Y si hubiera una vez?».
En este blog, en cambio, yo me conduzco tan seriamente como me lo permiten mis genes de pura cepa cordobesa,…que no es tampoco tanto. Porque ya los que me vienen leyendo, saben que siempre algo de humor se desliza en mis explicaciones, por muy científicas que sean.
Pero volviendo al grano, como dijo el dermatólogo, yo NO PUEDO contestar las preguntas que enumeré más arriba.
No tengo modo de responderles seriamente cuántos hijos tendrán, y si ellos estarán o no felices de tener un/a padre/madre que deberá estar muchas veces en el campo, cuando ellos querrían que los hamaquen en la plaza.
Tampoco puedo saber si amarán u odiarán a sus profes de ciencias duras como la matemática.
Ni es lógico que me pregunten si podrán comenzar a trabajar al día siguiente de recibirse, en una empresa que no sólo esté en su ciudad natal, sino que además tenga su sede a menos de 5 cuadras de la escuela primaria en la que ustedes fueron abanderados.
¡NO LO SÉ! Nadie lo sabe en realidad.
No pregunten pues, cosas como ésas. Sólo pregúntense si en los peores momentos (semanas lejos de su casa; familia descontenta; fríos extremos o calores excesivos, soportados al aire libre; horas de lectura y estudio solitario, etc., etc.) sentirán ustedes que el esfuerzo vale la pena.
Porque también habrá mañanas, tardes o noches luminosas en paisajes bucólicos; alegrías por logros como una publicación significativa; o algún reconocimiento de los pares y de la sociedad; un exalumno (si se dedican también a la docencia) que los recuerde como «profes de lujo»… O no habrá nada de eso, tampoco puedo adivinarlo.
Todas las preguntas que ustedes dirigen a mí, deberían dirigírselas a ustedes mismos.
Porque se puede ser feliz aun con el trabajo inadecuado, y también vivir amargado, a pesar de tener el trabajo que mejor les cuadra.
Ustedes, sólo ustedes construyen su propia vida.
Yo puedo contarles algunas cosas y advertirles sobre algunas otras, pero por favor no me carguen con la responsabilidad de definirles el futuro.
¡Un abrazo y que sean felices siempre!
Graciela.
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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.