Fenómenos postvolcánicos. Parte 2

El lunes pasado subí la primera parte de este tema, y por ende deberían comenzar por leer ese post antes de internarse en éste. En ese momento respondí a las siguientes preguntas:

¿Qué se entiende por fenómenos postvolcánicos?

¿Qué tipos de fumarolas existen?

¿Qué son las fumarolas secas?

¿Qué son las fumarolas ácidas?

¿Qué son las fumarolas alcalinas?

¿Qué son las fumarolas frías?

¿Qué son los soffionis?

¿Qué fumarolas marinas existen?

Hoy continuaremos con otros fenómenos, que como ya les dije el lunes pasado, no son estrictamente postvolcánicos, pero sí están relacionados con situaciones geotérmicas de temperaturas sobreelevadas, ya sea en superficie o en profundidad, que normalmente tienen alguna conexión con centros volcánicos más o menos cercanos. Y éstas son las preguntas correspondientes:

¿Qué otros fenómenos pueden relacionarse con las zonas volcánicas?

Tal vez debería decir, más que zonas volcánicas, zonas térmicamente anómalas, porque si bien en su gran mayoría se relacionan como dije ya más arriba con vulcanismo activo, también hay otras causas que generan esas condiciones. Y por otra parte, el rango de temperaturas para los casos que menciono a continuación es tan amplio que incluye fenómenos en que hay involucradas aguas apenas muy poco más calientes que el entorno.

Podemos decir entonces que hay todo un abanico de situaciones que se van haciendo cada vez más independientes y lejanos respecto del propio vulcanismo. Esos casos son:

¿Qué son los geysers?

También es correcto denominarlos géiseres, y ya que estamos hablemos de la etimología de la palabra. Procede del inglés geyser, que es un epónimo de la terma Geysir, de Islandia. El nombre de la terma, a su vez, es derivado del verbo islandés gjósa que significa»emanar».

Otros estudiosos eligen otra línea de derivación de la palabra. Para ellos, El nombre Geysir habría derivado del antiguo germánico Geysa, que significa torrente, chorro o efusión, al que se le agrega el sufijo er, que indica un sujeto provocando lo que la raíz de la palabra señala. En este caso sería » el causante del torrente, el chorro o la efusión». A su vez, Geysa reconoce su derivación desde el  término indouropeo «gheu», que se traduce como «derramar». Es probable que ambos linajes lingüísticos se relacionen a través del origen del verbo islandés gjósa, que provendría también de gheu.

Podríamos definir brevemente al geyser como una fuente termal que presenta erupciones periódicas durante las cuales expulsa una columna de agua caliente y vapor, a veces con cantidades importantes de compuestos químicos disueltos, tales como sílice y carbonato de calcio.

Se trata de un proceso en el que intervienen las aguas superficiales que alimentan un reservorio que está ubicado en zonas de rocas sobrecalentadas por algún cuerpo magmático no demasiado alejado. Se diferencian de otras fuentes termales relacionadas con vulcanismo, por su estructura subterránea, en general consistente en una abertura perfectamente limitada en la superficie, que se relaciona con una o más ramificaciones que contienen las reservas de agua.

El fenómeno de las erupciones periódicas se explica como sigue: una vez que el reservorio principal está lleno de agua, ésta tiende a ascender aprovechando todos los conductos conectados. En el propio reservorio y poco más arriba, la presión de las rocas sobreyacentes es tal, que el punto de ebullición supera en algunos grados, el clásico valor de 100 que es el que corresponde a la presión de 1 atmósfera. Pero obviamente, durante el ascenso, se alcanza una profundidad en la que el punto de ebullición baja lo suficiente como para que el agua se vaporice súbitamente, y la tensión de vapor resultante eleve la columna de agua en forma de surtidor que puede alcanzar decenas de metros de altura.

La misma agua que luego cae en la abertura del geyser y sus zonas aledañas, se infiltra y rellena nuevamente el reservorio, repitiendo todo el ciclo de manera continuada.

Muchas veces se han utilizado los geysers para producir energía geotérmica. Lamentablemente su sobreexplotación ha significado muchas veces el truncamiento del ciclo por agotamiento de las aguas del reservorio. Hoy se tiende a ser más cuidadoso al calcular el ritmo de explotación sostenible.

¿Qué son los volcanes de barro?

También estas estructuras pueden existir ocasionalmente sin relación directa con un aparato volcánico, pero no es el caso más corriente, por lo que se los suele incluir entre los fenómenso postvolcánicos.

Los volcanes de barro, que localmente reciben también nombres tales como «salsas» o «macalubas», son conos de pequeñas dimensiones, en los que emanan fangos ricos en sal, a veces también hidrocarburos, dióxido de carbono y ácido sulfhídrico. Se relacionan con aguas calientes y vapor de agua que ascienden de zonas profundas, manteniendo los lodos en ebullición. De modo semejante a como crecen los volcanes al enfriarse las lavas, los volcanes de barro- que no son propiamente volcanes- crecen al secarse los barros que son proyectados durante la ebullición. Mucha gente se baña en ellos pese al olor fétido que suelen tener, en la creencia de que tienen efectos terapéuticos o estéticos.

¿Qué son los manantiales termales?

Sobre este tema ya hay un post específico que les he linkeado más arriba.

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
P.S.: La foto que ilustra el post es del Parque Yellowstone, en Estados Unidos.

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