Otro momento inolvidable
Ya conocen ustedes el listado de los diez momentos que atesoro en la memoria, porque fueron del más puro placer, irrumpiendo en el trabajo de campo. Hoy les narraré uno de ellos.
Esto tuvo lugar durante el Congreso Dark Nature, en el que me tocó ser una de las organizadores de la gira de campo, además de oficiar de traductora para ingleses y alemanes, y expositora de un paper. Les cuento todo esto para que entiendan cómo, en medio de tanto trabajo, se vuelve apreciable cada espacio de descanso y placer.
Como parte de la gira, y luego de visitar la cárcava de Corralito, estaba programada la visita a un campo cuyo dueño había aplicado muy bien las medidas de explotación sostenible, y que mostrábamos como modelo a seguir. La idea era aprovechar esa parada para, luego de observar todos los procedimientos aplicados, comer los sandwiches que llevábamos, provistos por el propio Congreso, a la sombra de uno de los galpones de la estancia.
Todo se desarrolló según lo planificado, hasta que volvimos hacia el colectivo para bajar las conservadoras con los emparedados y las bebidas, momento en que el dueño del campo nos dijo, «No bajen nada, yo invito».
Y fue entrar al galpón y encontrar una gran mesa muy bien servida, con manteles blancos y cubiertos de la mejor calidad. Tan pronto como nos acomodamos, hicieron su entrada dos empleados del productor, cargando una enorme bandeja con un costillar recién hecho y bien dorado, que causó las exclamaciones de asombro de los asistentes al congreso, en su mayoría extranjeros, y para nada acostumbrados a consumir carne de esa calidad y en esa cantidad.
Les puedo asegurar que casi todos los asistentes se puseiron de pie para sacar fotos al asado, y si no me equivoco, sacaron muchas más fotos allí que en toda la gira de campo.
Fueron tantos los elogios y por tanto tiempo, que se convirtió en un recuerdo legendario para muchos de los colegas de Europa, con los que luego compartimos proyectos y que siempre mandaban saludos a Fabián, el dueño de la estancia.
La foto, no es de ese asado, sino de otro de los tantos que los argentinos acostumbramos (¿o acostumbrábamos?) comer, y que tanto asombro y deleite provocan en los extranjeros.
Un abrazo y hasta el próximo lunes, con un post científico. Graciela.