Otro paso para entender la Tectónica de placas.
Para poder entender el post de hoy, es indispensable que recuerden la primera introducción que hice en su momento sobre el tema, lo cual pueden ir a revisar en este post.
En ese prólogo, les presenté un listado de las cosas que resultan bien explicadas a través de esa teoría que marca el paradigma actual de la Geología.
Ahora, comenzaremos a explicar qué rasgos particulares tiene cada uno de los elementos de ese listado.
¿Cómo es la distribución de los océanos y continentes?
Hoy sólo nos referiremos a la forma superficial de los continentes y océanos. Lo que sucede en profundidad lo veremos más adelante, en otro post.
Con solamente mirar el mapa, puede notarse que hay una cierta correspondencia en los contornos de los continentes a uno y otro lado de los océanos principales. Es decir que podrían ser movidos imaginariamente hasta hacerlos coincidir entre sí, como las piezas encajantes de un rompecabezas, sin excesivas dificultades. Ese dato no es menor ni puede atribuirse a una simple casualidad, y resultó ser una observación vital para ir construyendo el actual paradigma de la Ciencia Geológica.
¿Cuándo se aludió por primera vez a esa característica?
Ya tan temprano como en 1620, Sir Francis Bacon, apuntó a la marcada semejanza, y mejor complementación entre las costas occidentales de África, y las del este de América del Sur.
En 1858, el geólogo Snider fue mucho más allá, atreviéndose a yuxtaponer los continentes del hemisferio norte, y a cerrar la brecha que entre ellos implicaba el Océano Atlántico, a los fines de poder dar explicación a la coincidencia de fósiles hallados en sendas capas de carbón de Estados Unidos y Europa. Una idea de lo que él planteó se observa en la Figura 1, que he modificado de este sitio. (Introduje las modificaciones sobre todo para eliminar el texto, que no tiene el suficiente rigor científico).
Más adelante también Baker, Taylor y otros rescataron esas observaciones.
¿Qué validez tienen esas primeras observaciones?
Mucha, por cierto, pero con algunas salvedades.
Si en lugar de tratar de hacer coincidir los bordes emergidos, se intenta la reconstrucción a nivel de los bordes de las plataformas submarinas (conceptos que profundizaré en otro post), el ajuste es mucho más completo. Y se perfecciona más si no se toman en cuenta las modificaciones relativamente recientes, como avances de deltas hacia el mar, retrocesos de acantilados o antropizaciones como polders, etc.
En otras palabras, el hecho de las similitudes de costas existe, el tema es su mejor interpretación.
¿Quién intentó una primera explicación completa para lo observado?
Todos los autores mencionados fueron aportando ideas, que fueron muy inteligentemente reunidas por Alfred Wegener, meteorólogo alemán de quien ya les he hablado antes, en su libro Die Entstehung der Kontinente und Ozeane (El Origen de los Continentes y Océanos), aparecido en 1915. En ese texto, Wegener postulaba que los continentes habrían sido alguna vez parte de un todo, y por razones que se debían seguir investigando, se habrían fragmentado. Cada una de las porciones menores (los continentes) habrían comenzado a derivar como balsas sobre el océano que los rodeaba, hasta alcanzar las posiciones actuales. Su teoría se llamó por eso «Deriva continental», y volveremos a analizarla en detalle más adelante en varios posts.
El libro portador de esas ideas fue defenestrado, discutido y resistido primero, pero sería mucho después reconocido como el más completo y perfecto antecedente de la Tectónica Global.
¿Era correcta la interpretación de los hechos que hizo Wegener?
En gran medida sí. Tanto que hoy, recortando sus errores, constituye el núcleo central del paradigma vigente. El gran error, como veremos con mayor detalle a medida que avancemos en nuestra reconstrucción de la Tectónica Global, residió en el hecho de considerar a los continentes como unidades que se desplazaban sobre el océano, cuando en realidad los océanos y continentes se desplazan juntos como pasajeros de las placas, cuya superficie de deslizamiento es mucho más profunda que el fondo oceánico. En otras palabras: NO existe deriva de continentes, sino de placas tectónicas.
Pero eso ya es tema para otros encuentros, y antes debemos completar muchos conceptos previos. Precisamente por eso, en varios posts venideros seguiremos profundizando en los otros elementos de ese listado que les aconsejé ir a revisar. Así avanzaremos lentamente hacia la comprensión más profunda de la Teoría de Tectónica Global.
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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
P.S.: La imagen que ilustra el post es de este sitio, y lo he seleccionado porque es el más despojado de cuantos vi, de modo que no distrae de lo que quiero señalar.