¿Qué pasa con el suelo después de los incendios? Parte 1
Sé que este tema será polémico, porque hay muchos agricultores, agrónomos y hasta biólogos que piensan que pueden utilizar el fuego como una herramienta de desmonte, o para el desmalezado, para obtener rebrotes de pasturas tiernas, o lo que sea, y han acuñado expresiones para mi gusto muy poco afortunadas, tales como «fuego controlado».
Como si el fuego estuviera tan bien dispuesto, como para someterse a controles de alguna clase. Como si no bastaran un par de chispas desacatadas para generar un infierno sin reglas fijas de propagación, cosa que nos ha tocado comprobar de la manera más dolorosa en estos días pasados.
Por eso, mi personal opinión es que se debe dejar a la naturaleza el exclusivo «copyright» de los incendios, ya que por sí misma encuentra muchas maneras de generarlos, sin que tenga que venir también el hombre a meter la cuchara.
Pero una vez fijada mi propia postura al respecto, y a sabiendas de que existen esas opiniones profundamente arraigadas que se manifiestan pro «manejo del fuego», creo que los acontecimientos recientes ameritan un análisis tan objetivo e integral como sea posible.
Mi área de conocimiento no comprende el subsistema suelo-planta, sino otro mucho más geológico que se centra en la interfase: geosferas-suelo.
Por esa razón, no voy a abordar el tema a nivel de lotes, que en determinadas situaciones pueden «sacar provecho» del incendio, y a nivel de los cuales se suelen utilizar esas expresiones como «manejo, uso o gestión del fuego».
Mi abordaje es mucho más sistémico, y a otra escala, donde la cosa cambia por completo. Entonces, lo primero que se debe reconocer es que el sistema sometido al fuego es complejo, y los resultados sobre él exceden el simple desmalezado, o desmonte.
Por eso el tema a tratar será extenso y comprenderá mínimamente dos posts. En el de hoy, haremos foco en el suelo, pero en el siguiente, saldremos de este subsistema, para meternos con el resto de los procesos y subsistemas afectados, respondiendo preguntas como:
¿Qué otros procesos geomórficos se ven alterados?
¿Qué pasa con los cauces fluviales?
¿Qué pasa a nivel de cuencas?
¿Qué pasa con las aguas infiltradas?
Ahora volvamos atrás, y comencemos con el suelo, pensado, repito, como un cuerpo integrante del paisaje geológico, y no solamente como el soporte de tal o cual cultivo. Por esa misma razón, no pretendo darle una carga valorativa a este análisis. Me referiré a los cambios, sin llamarlos buenos ni malos, porque cada quien podrá evaluarlos de diferentes maneras.
¿Qué partes del suelo son las más afectadas?
Al hacer esta pregunta estamos asumiendo que el suelo todavía está, porque el incendio es reciente, pero ojo, como verán en el siguiente post, hay situaciones en que una afectación indirecta es la pérdida del cuerpo pedológico entero, o su parcial decapitación, por efectos erosivos posteriores.
De todos modos, si hay todavía suelo, porque éste había tenido un desarrollo suficiente -que no siempre es el caso en los ambientes serranos- como para tener un espesor no despreciable, sus horizontes (nombre que se le da a las capas que lo componen) superficiales serán los más alterados, mientras que los más profundos no tendrán tan importantes cambios.
Esto es así porque el material combustible está esencialmente por encima de la superficie, y es específicamente la vegetación en su mayor parte.
Conviene recordar que la combustión es en esencia una oxidación muy rápida y con gran desprendimiento de calor, y no otra cosa. Así, pues, la presencia de oxígeno libre es imprescindible, y éste en el caso del suelo está contenido en el aire que, a su vez, se encuentra en los poros de mayor tamaño disponibles. Y digo disponibles, porque a veces algunos de ellos están ocupados por agua, con lo cual la cantidad real de oxígeno que puede participar en una combustión es comparativamente exigua.
Por eso, repito lo que se quema -en un sentido estricto- está por encima del suelo, y nunca muy profundamente contenido en él.
Pero, ojo, que aunque no haya presencia de llama, la temperatura obviamente asciende hasta niveles en que numerosos cambios ocurren, de todas maneras, también a cierta profundidad.
Y es allí, donde los componentes del sistema completo se modifican y eso nos lleva a la siguiente pregunta.
¿Qué componentes del suelo sufren más alteraciones?
Permítanme presentarles, en la figura 1, la composición generalizada y básica del suelo.
Observen por favor, que ésta es una instantánea, por decirlo de algún modo, de manera que a lo largo del tiempo, los porcentajes son bastante variables, y así por ejemplo, si entra más agua al sistema, lo hace a expensas del aire que desaloja de los poros, y viceversa. Vale decir que esta figura sólo pretende manifestar la abundancia relativa de los diversos componentes en el suelo.
Y así, podemos notar que la mayor parte de los suelos comunes en áreas no pantanosas, está constituida por elementos minerales, los cuales a su vez resultan relativamente inalterados en el incendio.
Puede haber algunos cambios menores en los minerales, resultantes del aumento de temperatura, tales como la aceleración de los procesos de meteorización química y hasta la desintegración física de algunos otros como las micas, especialmente susceptibles por su laminación.
Dentro de los componentes minerales, cuando el contenido de arcillas es alto, puede ocurrir algún grado de «cocción» medianamente asimilable al que se produce intencionalmente en la alfarería.
Pero, en general, los componentes que más afectados resultan en un incendio, son la materia orgánica y el contenido de agua.
Y cuando hablamos de materia orgánica, no hacemos referencia solamente al humus sino a toda la fauna y flora que tiene participación activa en los procesos que hacen del suelo un sistema que puede usarse como recurso.
Así, por ejemplo, todo el sistema radicular, las bacterias, las lombrices, algunos insectos y hasta pequeños animales cavadores, mueren durante un incendio, o si la suerte los acompaña, huyen del lugar, que pierde las características derivadas de su actividad.
Respecto al contenido de agua, en general es evaporada durante el incendio, lo cual es si se quiere un cambio temporario, porque a la larga volverá a condensarse en algún momento y precipitará sobre el suelo, con consecuencias que veremos en el post siguiente.
¿Qué propiedades del suelo cambian?
A pesar de que pocos componentes cambian, su rol en la dinámica del sistema es tan importante, que las propiedades del suelo en su conjunto se ven profundamente afectadas.
Por ejemplo, las arcillas y el humus que se «cocinaron» son los elementos que definen la Capacidad de Intercambio Catiónico (C.I.C.) del suelo. Y esa propiedad no es para nada irrelevante, porque cuanto más alta sea esa capacidad, más nutrientes quedan retenidos en el suelo para responder a la demanda de la vegetación en los momentos oportunos.
La alteración de esa variable incide de manera directa en la fertilidad.
La porosidad y permeabilidad del suelo, por otra parte, que definen la posibilidad de circulación de aire y agua, vitales para la salud de las plantas, se ven también afectadas, porque parte de la porosidad es precisamente el resultado de las acciones de los organismos. En efecto insectos y pequeños animales cavadores remueven el material de manera que generan lo que se conoce como porosidad secundaria o biológica.
También las estructuras se ven afectadas, porque también dependen de la disponibilidad de cationes y materia orgánica, entre otras cosas.
Las estructuras, a su vez inciden en muchas otras propiedades, como la posibilidad de penetración de raíces entre otras.
La afectación de estructuras, porosidad y permeabilidad pueden generar en el suelo, como parte integrante del paisaje, una condición que se conoce como «hidrofóbica», que tiene luego otras consecuencias que veremos el lunes próximo.
En instancias posteriores, la presencia de cenizas pueden también cambiar el pH del suelo, que tiende a ser más ácido. Pero este tema será motivo de otro post en el futuro por su capital importancia.
El tiempo de residencia de determinados compuestos en el suelo también cambia, pero en este punto, he leído artículos agronómicos que tanto se rasgan las vestiduras al respecto, como lo consideran un «beneficio» tan importante como para insistir en aquello del «uso del fuego».
Mi personal apreciación es que en cada caso la valoración depende del uso del suelo. Pero vuelvo a insistir en que yo no lo estoy pensando aquí como un bien de uso en la escala de un lote, sino como parte de un sistema muchísimo más complejo, y por cierto más grande, razón por la cual no hago lecturas agronómicas (además de que no sé un pomo de agronomía).
¿Puede el suelo recuperar su condición inicial? ¿En cuánto tiempo y en qué grado?
Bueno, en este punto, deberán ustedes recordar los conceptos de resistencia y resiliencia que les he presentado en otro post, y que por eso mismo no me parece necesario repetir aquí.
De todas maneras, recordemos que lo que aquí se ha degradado en estos voraces incendios ha sido el sistema ambiental en su conjunto, y el suelo sólo es uno de sus componentes.
Puede que el suelo sea más o menos resiliente, según la interacción de numerosos factores, como la colonización más o menos espontánea por parte de nueva vegetación; (digo esto porque es a esa parte a donde se apunta cuando se habla de «medidas de remediación»); las condiciones climáticas, el relieve involucrado; el tamaño del área afectada, etc., etc., pero el sistema mucho más complejo del que el suelo forma parte, se encontrará en un nuevo estado de equilibrio seguramente muy precario, por mucho tiempo.
Y muchos de los elementos que se perdieron no se recuperarán jamás, porque, por dar un simple ejemplo, y volviendo a la materia orgánica, no olvidemos que lo que se pierde no es solamente lo que ya estaba en el suelo, sino también aquello que ya no va a incorporarse a él, porque se ha convertido en cenizas, en lugar de compuestos capaces de generar nuevos contenidos húmicos.
Recuerden que este post tiene una continuación el próximo lunes.
Si este post les ha gustado como para llevarlo a su blog, o a la red social, por favor, mencionen la fuente, porque esta página está registrada con IBSN04-10-1952-01.
Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
P.S.: La imagen que ilustra el post la he tomado de este sitio de la red.
Muy interesante, no conocía cómo el suelo se afecta al quemarse.Muchas gracias por compartirnos este post.
Yo también he escuchado que al generar la quema, se produce una mayor variación en las especies y que los bosques se benefician, también, que el fuego puede ser generado de manera natural, pero no tengo mucho conocimiento al respecto.
Hola, Sharon. Los bosques que tienen un estado de gran estabilidad, de modo que existen demasiados ejemplares, pueden alcanzar después de un incendio un mejor equilibrio con la capacidad del suelo para sustentarlos, pero ése no es el caso en montes relictos, extremadamente vulnerables, como los de nuestras sierras, que cada vez que hay un incendio pierden en su lucha por sobrevivir. Respecto a los incendios naturales tienen que ver con los rayos, eventualmente ocurren en las proximidades de zonas volcánicas junto con las erupciones, o también por combustión espontánea de materia orgánica en descomposición, o de estratos ricos en alguna variedad del carbón. Hay algunos posts por venir sobre algunos de esos temas. Saludos. Graciela.
Gracias por difundir mi trabajo.