Una luctuosa efeméride

El pasado 16 se ha cumplido un nuevo aniversario de un hecho geológico que se cobró numerosas vidas humanas, y ése será el tema de nuestra charla de hoy.

¿De qué evento se trata y cómo se describió en las crónicas de entonces?

Hacia los primeros días de diciembre de 1631 comenzaron a percibirse algunos sismos de baja y mediana intensidad en la zona del volcán Vesubio, lo cual debió haberse interpretado como una alerta temprana del evento que pronto iba a tener lugar.

No obstante esos avisos previos, las crónicas relatan una «erupción imprevista» que comenzó entre las 6.00 y las 7.00 horas del 16 de diciembre, con una explosión pliniana cuya ceniza oscureció toda el área circundante.

A lo largo de ese día y la madrugada del siguiente, tuvieron lugar sismos cuya magnitud Richter se calcula hoy como de entre 6 y 6,5, los que ocurrían cada tres a cinco minutos.

Alrededor de las 2.00 horas del día 17 comenzó una lluvia intensa, lo que generó una forma de remoción en masa que podría asimilarse a una corriente de barro, que estaba compuesta mayormente por las cenizas emitidas por el volcán y que habían sobrepasado su límite líquido por la saturación con el agua pluvial.

Ese flujo denso descendió rápidamente por los cañones y valles, generando una destrucción total a su paso, y alcanzando la costa, donde el ingreso de semejante masa – con una altura de aproximadamente entre dos y cinco metros- produjo unos diez minutos después, un violento tsunami.

A partir de las 19 horas del mismo día 17 de diciembre, todo el evento fue perdiendo intensidad, pero ya habían perecido entre tres mil y seis mil personas. Las cenizas del Vesubio cayeron sobre lo que por entonces era Constatinopla, capital del Imperio Otomano, lo que significa que alcanzaron a desplazarse unos 1.600 kilómetros.

Entre ese momento y el 19 de diciembre, todavía los equipos de rescate salvaron a cientos de sobrevivientes que se había refugiado fuera del paso de la corriente de lodo y piroclastos.

¿Qué puede decirse del Vesubio?

Ya algunos detalles acerca de este volcán les he adelantado en otro post en el que conversamos sobre su erupción más conocida, la que destruyó Pompeya en el año 79. Les sugiero ir a leerlo ahora mismo.

Agreguemos a lo dicho, que el Somma-Vesubio es un volcán compuesto, formado por un viejo estratovolcán – el Somma- cuya actividad explosiva provocó su propia destrucción, dejando una caldera con un joven cono en su interior. Este último es el propio Vesubio.

Todo el complejo volcánico se encuentra en la Llanura Campana, en la intersección de un sistema de fallas NW-SE y NESW, que se sitúa en el límite convergente donde la placa africana empieza a ser subducida debajo de la placa euroasiática. Su lava es andesítica.

Toda el área está protegida con el nombre de Parque nacional del Vesubio, en el marco de los Apeninos.

Las coordenadas son 40° 49′ 17″ de latitud Norte y 14° 25? 32″ de longitud Este.

El Vesubio es un volcán activo, aunque su actividad corriente produzca más que nada vapor emanado desde las grietas al pie del cráter.

¿Cuáles fueron los eventos históricos más importantes que protagonizó este volcán?

En los últimos 20 mil años, el Somma-Vesubio ha intercalado períodos de actividad pliniana y de actividad volcánica
explosiva de baja energía. A lo largo de esa historia, tres fueron los eventos más importantes: el del año 79 que ya les he mandado a leer; el que ahora comentamos, y la erupción de marzo de 1944, en que resultó parcialmente destruida la localidad de San Sebastiano.

Entre esos eventos, luego de la erupción del año 79, hubo al menos nueve erupciones de baja intensidad. Hacia el Siglo XIII, el volcán llevaba tanto tiempo de quietud, que sus inmediaciones estaban tan cubiertas con jardines y viñedos como antes de la erupción del 79.

¿Cuál es la situación actual?

El Monte Somma-Vesubio es considerado actualmente uno de los volcanes activos potencialmente más
peligrosos del planeta, aunque desde la erupción de 1944, su actividad se concentra dominantemente en fumarolas y sismicidad moderada.

El riesgo es no obstante muy elevado porque está rodeado de una zona densamente poblada, lo que eleva la vulnerabilidad. Por ese motivo se estudia intensivamente su actividad a lo largo de la historia para entender el funcionamiento del sistema magmático involucrado, y tener un plan de mitigación de los posibles efectos catastróficos resultantes en caso de producirse una nueva erupción.

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

P.S.: La imagen que ilustra el post es de esta página, donde además pueden leer un relato en primera persona, tomado de una crónica de la época.

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